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Nº47

EDITORIAL

Lealtad

La diferencia entre la física cuántica y el Derecho es que la mayoría asume que de física cuántica no tiene ni idea. Sin embargo, cuando se trata del Derecho, cualquier persona se reserva no el derecho de opinar, legítimo, sino el Derecho a constituirse en “experto” en Derecho. Parecería así que el mero acceso a Facebook, Twiter o a los medios de comunicación permite, lisa y llanamente, descalificar el Derecho.

Desde el primer día en el que empezamos a preparar nuestro camino para ser Abogados del Estado aprendemos a respetar nuestro sistema y, sobre todo, a guardar una sincera lealtad al mismo. Nuestros preparadores, algunos de los cuales desgraciadamente nos han dejado durante los últimos meses siendo todo un ejemplo a seguir, nos enseñan con su comportamiento que el camino hacia el Derecho no se alcanza desde atajos, trampas ni medias verdades. Nos enseñan, y, muestra de ello es nuestra formación histórica relatada con maestría por Miguel Ángel Gilabert, a conocer y respetar el ordenamiento jurídico. Nos enseñan a ser leales no solamente desde el respeto a las Leyes, sino también desde el respeto a quienes tienen el deber de aplicarlas. Somos, todos, partícipes de un sistema que debe quedar regido únicamente por los dictados del principio de legalidad y en el que nos constituimos como servidores públicos y colaboradores de la Justicia. Nuestro ordenamiento jurídico ha querido garantizar, como norma básica, la Constitución y como piedra angular del sistema la independencia judicial.

La lealtad es definida por nuestro diccionario de la RAE como el cumplimiento de lo que exigen las leyes de la fidelidad y las del honor. No vemos una forma más adecuada de definir nuestra posición profesional y nuestra actividad como Abogados del Estado. Lealtad no es sumisión. No significa aceptar como bueno cualquier posicionamiento de la Administración a la que defendemos, ni tampoco aceptar, sin crítica alguna, las resoluciones que puedan emanar de nuestros Jueces y Tribunales. Lealtad es actuar en todo momento sabiendo que más allá de intereses personales existe un fin común. Lealtad significa saber que existen medios procesales para combatir las resoluciones que consideramos que no se ajustan a derecho. E igualmente supone conocer que nuestras Leyes son aprobadas y modificadas conforme a unas reglas predeterminadas, sujetas a controles. Únicamente desde la reflexión y el análisis técnico-jurídico podremos lograr un ordenamiento jurídico, singularmente el penal, coherente con nuestros principios básicos. Optar por la crítica fácil, el análisis apriorístico de los problemas o, simplemente, por una posición que pretenda obtener el aplauso y no el rigor jurídico nos ha llevado a redactar más de 25 reformas del Código Penal en poco más de 20 años. No parece que sea el camino.

La lealtad debe ser ideología, bandera y seña de identidad de nuestro Cuerpo. Es nuestra responsabilidad y deber alcanzarla.

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